lunes, 23 de junio de 2008

La Combimanía (que ni el sanjón me detenga)

Detesto viajar en combi. No solo por la aventura casi suicida que implica abordar una de estas unidades de transporte público de nuestra peruanísima Lima (sobre todo en hora punta) sino que simplemente no entro en ellas. Mi estatura no colabora para poder transportarme en estas reducidas cajas metálicas con llantas diseñadas para japoneses de mediano tamaño. Pero, en vista que la economía jode, muchas veces y a regaña dientes, me he visto en la situación de ir en contra de mis ideales, tumbar al suelo el sueño del auto propio y luego de darle nombre a cada una de las polillas que salen de mi billetera, extender mi brazo en el paradero y zambullirme en la jungla de la cultura combi.

No se necesita ser genio para darse cuenta que el manejo de estos señores deja demasiado que desear. En mis épocas tras el volante del mitsubishi familiar, he estado innumerables veces a punto de cerrar el paso a una de estas condenadas balas del asfalto, bajarme y sacar a puntapiés al chofer que las conduce. Fue justo en ese momento, en que mi mente se tornaba nublada y el mensaje de “DANGER” se tatuaba en mi frente, que me di cuenta, que la mal llamada cultura combi, nos salpica a todos.

Asi es, seas un próspero enternado trabajador de un renombrado banco al cual acudes en micro para ahorrarte unos chibilines, ejecutivo de alguna empresa, joven de alta alcurnia, de mediana o baja clase, ninguno de ustedes, ni yo, nos libramos de caer en el saco de la combimanía.

Méntale la madre al chofer salvaje que te cierra el paso para recoger pasajeros, pero por favor, estaciona tu carro un poco mas allá, pon tus intermitentes y desmadra al usuario que extiende su bracito llamando a la unidad de transporte a mitad de avenida. O en todo caso, agárratela con el que estando del otro lado de la avenida le silba al bus para que lo espere. Que tire el primer tubo de escape aquella persona que siempre toma el micro en el paradero y se baja en el paradero. Tarjeta roja para ambos, tanto chofer como usuario por cruzar los límites de la salvajada. O mas jocoso, cuando te cobran 20 céntimos mas y atinas a decir “Psssst, vas a hacerme lío por 20 centavitos”. ¡Conste que tú estás empezando a hacer el lío! Y no estoy defendiendo a estos cuadrúpedos al volante, pero las cosas claras y justas para ambas partes.

Recuerdo cierta ocasión en que un cobrador terminó muy mal, por cobrarle a un pasajero lo que decía en su sticker de precios pegado en la ventana. El pasajero era una masa de músculo que se notaba a leguas que salía del gimnasio quien amedrentó a puñete limpio contra el cobrador, arrojándolo de la coaster contra la pista, para continuar rematándolo ante la insípida mirada de muchos. Mientras que la central 105 (para variar) no me contestaba, trataba de calmar al Sansón de la combi, por cierto con mucho cuidado, no fuera a caerme a mi algún golpe. La metralleta de golpes se tornó mas violenta cuando el cobrador, en un legítimo acto de autodefensa, con el único ojo que le quedaba entreabierto (el otro estaba cerrado de la hinchazón) cogió una piedra, sacó fuerzas de sabrá Dios donde y le propinó un sacasonapazo en plena cabeza al fornido pasajero. Al llegar la policía el pobre cobrador terminó esposado, ensangrentado y reducido a la parte posterior del patrullero. Sin ganas de entrar en una discusión (para lo cual soy un experto) y sin ánimos de meterme en un lío que no era mío (en lo cual he logrado sacar una maestría), el policía me consultó cual era mi versión de los hechos, la cual le dí y por supuesto, iba en contra de lo que el fornido pasajero y todas las tias pericas de la zona (todo esto sucedió en una avenida principal cerca de una zona pituca de un adinerado distrito limeño) ladraban. Procedí a retirarme sin ganas de discutir, recordando los pormenores de la lucha de Sansón contra el cobrador de menos de 1.60 de altura y tranquilamente unos 50 kilos.


Hago hincapié en el hecho que no pretendo defender a nadie. Pero pongamos otro caso práctico. Día de semana, alrededor de las 7 de la noche, ya sea que tienes que irte a tu casa saliendo del trabajo, o te vas volando a clases. Las combis y coaster llenas. No importa, igual te trepas metiendo empujones a los que viajan contigo, tratando de hacerte un espacio por donde puedas. Es mas, si es una combi (ojo, combi, esas chiquitas) es muy probable que vayas parado, porque según el cobrador, “en la esquina que viene bajan pe causita. Arrímese pe señor que al fondo hay sitio”. A menos que estés pensando que viaje con la llanta de repuesto, no me vengas con la tontería que al fondo hay sitio. Que lance el primer timón aquella persona que a pesar que la combi esta llena, haya dejado de subir. Es verdad algunos lo hacen, pero, ¿cuantos de nosotros no hemos trepado a pesar de que no hay sitio ni para la tarjeta de propiedad entre los pasajeros?

La combimanía, esa subcultura, casi convertida en religión, nos ha convertido de una u otra manera a todos, en sus fieles devotos. Ya sea por necesidad, por la sociedad que nos fuerza a seguirle sus pasos, por nuestro paupérrimo sistema de tránsito y parque automotor (catástrofe solamente superada por la selección de fútbol), por los interminables arreglos con miras a alguna cumbre próxima o que ya pasó o porque simplemente tienes que subirte a una combi, no critiques al cobrador o chofer sus actitudes que probablemente, por no decir de hecho, en algún momento has cometido.

La próxima vez que subas a uno de estas montañas rusas del asfalto, tómatelo con calma: un grupo de amigos extranjeros adoraban viajar en ellas, puesto que decían que Disney, no tenía un juego tan emocionante como viajar en una combi limeña.

2 comentarios:

sybilla dijo...

bueno.. todos subimos a una combi bajo nuestro propio riesgo y sabemos a lo que nos exponemos cuando osamos valientemente pagar por sus servicios de transporte.
Si, no solo nos exponemos a la alta velocidad empleada para llegar "a tiempo" cuando en verdad hacen carreras con combis de la misma empresa si no que muchas veces sin importarles nada les faltan el respeto a mujeres y personas de la tercera edad.

Los que no tenemos aunto tenemos que soportar que gente sin ningun tipo de cultura nos transporte a traves de lima, si no que muchos de ellos ni si quiera tienen brevete!!! el colmo!

Unknown dijo...

Hola, pasaba por aca y leí curiosamente lo que escribiste y de hecho estoy de acuerdo contigo, las combis son una necesidad...una molesta necesidad pero es verdad que para poder transportarnos las necesitamosy de hecho q muchas de las cosas que ellos hacen es por nuestra culpa y la enorme frescura que algunos tienen de reclamarles cuando a los que deben cachetar es a aquellas personas que provocan lo que ellos hacen...aunq nada es justificable no???... lo que si te olvidaste de mencionar es el roche enorme que le hacen a los pobres universitarios....eso si es una cachetada a la estupidex de las excusas...pero eso lo dejo para ti porque narrando eres bastante entretenido de veras....bueno ya no te lleno de mas comentarios y seguire chequeando lo que puclicaste...adeu