domingo, 29 de junio de 2008

Manual de bolsillo del perfecto ingenuo

Creo que a todos en algún momento, nos ha agarrado alguna depresión amorosa. Son esos momentos en los cuales te sientes fatal, disminuido a la micromilésima expresión, un cero a la izquierda. Llegas a pensar que hasta los animales tiene suerte pero tú, no.

Hace años atrás, cuando estrenaba mi mayoría de edad, pasé por una situación de esta índole. Dio la casualidad que no era el único, puesto que muchos de mis amigos de mi círculo más cercano, pasaban por la misma situación. Eran aquellas épocas extrañadas (no por la depresión) en las que ahogábamos las penas escuchando canciones de Sabina en la casa del dolape, junto con el gordo y Antonio, las cuales traspasábamos a los acordes de una guitarra en medio del parque, acompañados de cervezas, sesiones que muchas veces se acaban no por falta de alcohol, sino por la antipática vecina que teníamos que, al parecer, había comprado el Serenazgo del distrito.

En aquellas épocas, no era muy devoto del internet. Es más, creo que la mayoría se emocionaba por el simple hecho de poder chatear, lo cual ya parecía una maravilla mundial.

Deambulando por el ciberespacio, junto con el dato que me pasó uno de mis compañeros, caí en una página web donde ponías tu foto, una breve descripción tuya y supuestamente, el amor de tu vida aparecería. Mis amigos habían colocado sus fotos, algunos se vanagloriaban de la cantidad de visitas que tenían y otros tantos, sencillamente se cagaban de risa de todo.

Yo no quería acceder a esta página. Pero, sea por presión o por una extraña creencia desesperada, accedí a colocar mi foto y crear mi perfil.

Pasados unos días, recibí una respuesta. Obviamente, por ser el menor del grupo, muchos de mis amigos sentían esa emoción de que el cachorro entraba a sus pininos de la pendejada. No quise emocionarme la verdad, pero dentro de mí, me sentía como una especie de super macho, capaz de conseguir a la mujer que yo deseara. Creyendo que la suerte estaba de mi lado, respondí los mensajes que me llegaban y entablé una supuesta amistad.

Dentro de la ingenuidad de mis frescos 18, entablé conversación con una señorita mayor que yo. Tenía 24 años. Era anfitriona, soltera y en busca de “amistades”. Sobre todo cuando me puso “amistades” (si, con comillas y todo), la emoción de mis hormonas creció de sobremanera. Pasados unos días, creyéndome un galanazo, coordinamos una cita y yo, emocionado, lo ventilé a los 4 vientos, en vertical y diagonal a mis amigos: el cachorro, se estaba convirtiendo en un pendejo.

El día de la cita, inventé un extraordinario repertorio ante mis padres para justificar alguna supuesta ausencia por parte mía a la hora de dormir. Perfumado, bien vestido, acicalado y con dinero, me dirigí previamente a adquirir mis preservativos de rigor, dispuesto a dar el mejor asalto en el ring de las 4 perillas.

Todo estaba previamente coordinado. Sabía donde nos íbamos a encontrar, sabía como iba a estar vestida ella y ella sabía como iba a estar vestido yo. Apurado y emocionado, me dirigí al lugar donde nos íbamos a encontrar y, por sugerencia de unos de mis amigos mayores, haciéndome el interesante, decidí que sería bueno llegar unos minutos tarde. Y felizmente lo hice.

Grande fue mi sorpresa al llegar, que la persona que me estaba esperando, era nada mas y nada menos que un travesti. Y no es que sea homofóbico, pero caray, ¡no era lo que me esperaba! La cara de autogol que puse, debió haber sido digna de una foto. Y si te preguntas, estimado lector, si no había visto alguna foto, pues no, no había visto, no le pedí antes de la cita. Con prisa y evitando ser visto, procedí a escabullirme dentro de las sombras de la noche, puesto que la vergüenza que sentía era tal, que creía que todo el mundo se había dado cuenta del suceso.

Al día siguiente, al conectarse, me reprochó el hecho de no haber llegado. Procedí a contarle lo sucedido y exigí una explicación. La respuesta fue simple: era anfitriona (en un local “open mind”), soltera(o), y buscaba “amistades” que fueran de la misma forma de pensar que ella…o él.

Las burlas dentro de mi círculo de amigos, no pararon hasta después de mucho tiempo. Es más, de vez en cuando se acuerdan por estos tiempos de esa anécdota sucedida. La experiencia en el momento fue desagradable pero me dejó enseñanzas que quiero compartir con ustedes:

• Si conoces a alguien por chat, msn o lo que sea, no le pidas foto: dile que ponga su webcam, porque las fotos vienen a veces con truco.
• Si eres chiquillo y quieres experimentar las travesuras de la adultez y la soltería, hazlo, pero piensa bien lo que vas a hacer o busca consejo.
• En la medida de lo posible, si sales de cacería, hazlo a un lugar donde sepas que vas a encontrar lo que buscas.
• Cuéntale todo a tus amigos. A pesar que seas el punto de burla mucho tiempo, tus amigos se burlarán de ti, pero te aseguro, que cuando los necesites, ahí estarán para salvarte y socorrerte de cualquier eventualidad que pase (o no mis estimados dolape y gordo, que hasta de madrugada, el pandamovil salió en auxilio de un desvalijado pobre que no tenía como regresar a su casa desde lejos).

miércoles, 25 de junio de 2008

XXI

Niña toda llena de colores,
sale el sol entre las nubes,
cuando pintaba de blanco mis recuerdos
en los borrones de mis emociones puse
tus colores explosivos repentinos
cuando tu presencia me invadió con tus luces.

Niña toda llena de danza
cuando los ojos de todos voltean
a tu caminar destellante cuando pasas,
se hace un camino orillado de miradas,
y tu, niña colorada, entre todos pasas.

Voz minúscula y cariñosa,
sonrisa gigante como un cielo azul,
refrescante y embriagadora,
tus ojos de estrellas, tu mirada refleja luz.


Mientras mi imaginación penetra
el fondo de mis deseos...
mirándote fijamente y al borde del misterio,
niña, tu bailas y bailas sin saber lo que pienso.

¿Niña o mujer de mis máximos deseos?
pinté de blanco todo mi pasado
y llegaste tu, no se si para ensuciar...
o llenar de color mi vida pintada de blanco.

lunes, 23 de junio de 2008

La Combimanía (que ni el sanjón me detenga)

Detesto viajar en combi. No solo por la aventura casi suicida que implica abordar una de estas unidades de transporte público de nuestra peruanísima Lima (sobre todo en hora punta) sino que simplemente no entro en ellas. Mi estatura no colabora para poder transportarme en estas reducidas cajas metálicas con llantas diseñadas para japoneses de mediano tamaño. Pero, en vista que la economía jode, muchas veces y a regaña dientes, me he visto en la situación de ir en contra de mis ideales, tumbar al suelo el sueño del auto propio y luego de darle nombre a cada una de las polillas que salen de mi billetera, extender mi brazo en el paradero y zambullirme en la jungla de la cultura combi.

No se necesita ser genio para darse cuenta que el manejo de estos señores deja demasiado que desear. En mis épocas tras el volante del mitsubishi familiar, he estado innumerables veces a punto de cerrar el paso a una de estas condenadas balas del asfalto, bajarme y sacar a puntapiés al chofer que las conduce. Fue justo en ese momento, en que mi mente se tornaba nublada y el mensaje de “DANGER” se tatuaba en mi frente, que me di cuenta, que la mal llamada cultura combi, nos salpica a todos.

Asi es, seas un próspero enternado trabajador de un renombrado banco al cual acudes en micro para ahorrarte unos chibilines, ejecutivo de alguna empresa, joven de alta alcurnia, de mediana o baja clase, ninguno de ustedes, ni yo, nos libramos de caer en el saco de la combimanía.

Méntale la madre al chofer salvaje que te cierra el paso para recoger pasajeros, pero por favor, estaciona tu carro un poco mas allá, pon tus intermitentes y desmadra al usuario que extiende su bracito llamando a la unidad de transporte a mitad de avenida. O en todo caso, agárratela con el que estando del otro lado de la avenida le silba al bus para que lo espere. Que tire el primer tubo de escape aquella persona que siempre toma el micro en el paradero y se baja en el paradero. Tarjeta roja para ambos, tanto chofer como usuario por cruzar los límites de la salvajada. O mas jocoso, cuando te cobran 20 céntimos mas y atinas a decir “Psssst, vas a hacerme lío por 20 centavitos”. ¡Conste que tú estás empezando a hacer el lío! Y no estoy defendiendo a estos cuadrúpedos al volante, pero las cosas claras y justas para ambas partes.

Recuerdo cierta ocasión en que un cobrador terminó muy mal, por cobrarle a un pasajero lo que decía en su sticker de precios pegado en la ventana. El pasajero era una masa de músculo que se notaba a leguas que salía del gimnasio quien amedrentó a puñete limpio contra el cobrador, arrojándolo de la coaster contra la pista, para continuar rematándolo ante la insípida mirada de muchos. Mientras que la central 105 (para variar) no me contestaba, trataba de calmar al Sansón de la combi, por cierto con mucho cuidado, no fuera a caerme a mi algún golpe. La metralleta de golpes se tornó mas violenta cuando el cobrador, en un legítimo acto de autodefensa, con el único ojo que le quedaba entreabierto (el otro estaba cerrado de la hinchazón) cogió una piedra, sacó fuerzas de sabrá Dios donde y le propinó un sacasonapazo en plena cabeza al fornido pasajero. Al llegar la policía el pobre cobrador terminó esposado, ensangrentado y reducido a la parte posterior del patrullero. Sin ganas de entrar en una discusión (para lo cual soy un experto) y sin ánimos de meterme en un lío que no era mío (en lo cual he logrado sacar una maestría), el policía me consultó cual era mi versión de los hechos, la cual le dí y por supuesto, iba en contra de lo que el fornido pasajero y todas las tias pericas de la zona (todo esto sucedió en una avenida principal cerca de una zona pituca de un adinerado distrito limeño) ladraban. Procedí a retirarme sin ganas de discutir, recordando los pormenores de la lucha de Sansón contra el cobrador de menos de 1.60 de altura y tranquilamente unos 50 kilos.


Hago hincapié en el hecho que no pretendo defender a nadie. Pero pongamos otro caso práctico. Día de semana, alrededor de las 7 de la noche, ya sea que tienes que irte a tu casa saliendo del trabajo, o te vas volando a clases. Las combis y coaster llenas. No importa, igual te trepas metiendo empujones a los que viajan contigo, tratando de hacerte un espacio por donde puedas. Es mas, si es una combi (ojo, combi, esas chiquitas) es muy probable que vayas parado, porque según el cobrador, “en la esquina que viene bajan pe causita. Arrímese pe señor que al fondo hay sitio”. A menos que estés pensando que viaje con la llanta de repuesto, no me vengas con la tontería que al fondo hay sitio. Que lance el primer timón aquella persona que a pesar que la combi esta llena, haya dejado de subir. Es verdad algunos lo hacen, pero, ¿cuantos de nosotros no hemos trepado a pesar de que no hay sitio ni para la tarjeta de propiedad entre los pasajeros?

La combimanía, esa subcultura, casi convertida en religión, nos ha convertido de una u otra manera a todos, en sus fieles devotos. Ya sea por necesidad, por la sociedad que nos fuerza a seguirle sus pasos, por nuestro paupérrimo sistema de tránsito y parque automotor (catástrofe solamente superada por la selección de fútbol), por los interminables arreglos con miras a alguna cumbre próxima o que ya pasó o porque simplemente tienes que subirte a una combi, no critiques al cobrador o chofer sus actitudes que probablemente, por no decir de hecho, en algún momento has cometido.

La próxima vez que subas a uno de estas montañas rusas del asfalto, tómatelo con calma: un grupo de amigos extranjeros adoraban viajar en ellas, puesto que decían que Disney, no tenía un juego tan emocionante como viajar en una combi limeña.

miércoles, 2 de abril de 2008

XV

Para que el camuflaje de mi palabra
Se impregne dentro de tu memoria
Te escribo estas cuantas líneas
Las primeras de esta historia

Ya que el Que Se Yo pone en mi camino
Ciertas trabas a su antojo
No me importa las esquivo
Por ti, niña de mis ojos

Mi mayor vicio no es tabaco, sino extrañarte
Junto a estas ganas enfermas de abrazarte
Que ninguna vacuna conocida me quita

Pero por ti he tejido estos versos sin arte
Y juro que los usaré algún día al acostarte
Mientras te arrullo para dormir princesa.......

martes, 18 de marzo de 2008

La familia que uno escoge

He tenido la suerte de nacer en una familia cuerda. En realidad, mi familia es chévere. Tengo unos padres que son a la vez mis mejores amigos, un hermano que está mas rayado que poto de cebra y una abuela que llena de alegría y amor la casa.

Fuera del palacio hogareño, también tengo a más familia super heavy: tengo mis tíos que son lo máximo, unas enanas maravillosas que las amo con locura, mis primos, primas, tios y tias y por supuesto, mis otros abuelos. Pero obviamente, hasta en las mejores familias, hay ovejas negras. Y por un tiempo muy prolongado sentí y estuve convencido que era yo.

Conforme la madurez se fue apoderando de mi cerebro y mi cuerpo, fui dándome cuenta que el mundo no estaba en contra mía como siempre pensé. Es más, la relación con mi viejo se volvió mejor, al igual que con mi mamá y en general con la familia. Es verdad, he sido y hasta ahora, sigo siendo jodido para muchas cosas. Pero, puedo resumir que mi familia, sencillamente es lo máximo.

Pero esta entrada no es para hablar de mi familia. Es para desmentir cierta enseñanza escolar que nos enchufaron a lo largo de los años. Recuerdo mis clases de Educación Cívica en el colegio, siendo retoño yo, y cuando tocamos el tema de “la familia”, esta se conformaba, por mamá, papá, si tenías por ahí el hermano y hasta a veces involucraban al perro, hamster o mascota de turno. Por un lado tienen razón, la mascota es parte de la familia, pero conforme fui desenvolviéndome, conociendo más gente, creciendo, observando y pensando, entendí que hay una rama de la educación cívica que nos deberían enseñar, la cual fue denominada por una de las personas a quien le dedico estas líneas: la familia que uno escoge.

Cuando nacemos llegamos a un lugar donde nadie nos preguntó si queríamos, pretendíamos o simplemente nos interesaba estar. No se preocupen familiares mios, yo estoy muy contento donde estoy, pero voy a ser imparcial en este texto. La familia no solo es papá y mamá. Hay casos de divorcios, separación, abandono y una larga fila de etcéteras. Es ahí donde aparece la familia que uno escoge, la familia que uno decide que sea SU familia: los verdaderos amigos.

Son aquellos que te van a cubrir cuando te portes mal o hagas una pendejada. Pero también son los que te van a cuadrar de forma sincera cuando la embarres. Son quienes nunca dejarán de aplaudir tus logros, y son los que acudirán a tu rescate cuando estés mas embarrado que trabajador de silo. Son los que en silencio, siempre están atrás tuyo para que cuando caigas, te ayudarán a levantarte. Son los que están dispuestos a ir a recogerte de los confines de la tierra cuando te has quedado ebrio y sin plata. Son los que ríen contigo, te ayudan a vomitar en tu borrachera, los que prestan el hombro cuando estás llorando, los que secan tus lágrimas para que te tranquilices. Son los que no ponen peros a las aventuras que se te ocurren por el simple hecho de tener una aventura mas en conjunto. Son los que se cagan de la risa y arman el escándalo cuando haces algo sumamente vergonzoso. Son los que aguantan tus majaderías, tus estupideces, malcriadeces y comparten a lo largo del tiempo las experiencias propias de la inmadurez. Son los que trazan un sendero y un camino paralelo a tu pareja, porque también son parte de tu vida y tu historia. Son esas personas que cuando se alejan, te dejan un dolor mas grande que el que sentiste al terminar con tu enamorada o enamorado. Pero cuando vuelven, sientes la alegría mas grande de tenerlos de nuevo a tu lado, mucho mas feliz que tu primera vez.
Esa es la familia que yo escogí y que estas cortas líneas no son capaces de expresarles lo que valen para mi.

Invertebrado, Gordo, Gio, Marky, Mary, Chipy, Eva, Jose Carlos, Herless, Tú con tus berrinches, Lisa, Chino, Hugo, Chata, Harry, Moki, Mabe, Granda, Charo, Suko, Rubi, Maromero, Kelly, Ñato, Carroña, Mono y la lista la puedo hacer muy, pero muy larga, y discúlpenme aquellos no mencionados, pero saben que también, están en esta lista.

Gracias por existir.

lunes, 10 de marzo de 2008

Una historia roja y surcana

Somos los que somos, somos los que estamos, siempre los mismos, para todos suficientes. Pero estas palabras quedan cortas para definir quienes son los hombres de rojo, así que, estimado visitante lector, sugiero que se acomode en su asiento y se aliste a leer lo que a continuación sigue, para que, al final, sepa usted con quien está teniendo el gusto de tratar.

Años atrás, mientras corrían los meses del año 1997, se publicó en la revista del distrito de Surco, un pequeño aviso. Dicho aviso, invitaba a jóvenes surcanos a inscribirse para formar parte de la Compañía de Bomberos Voluntarios "Santiago Apóstol" Nª 134. Esta convocatoria se realizó, en vista que había una gran necesidad de formar un cuartel de bomberos en el distrito, ya que, las emergencias que sucedían, eran atendidas por las compañías de los distritos aledaños.

A dicha convocatoria se presentó un número de jóvenes entusiastas, que buscaban servir a su comunidad. Pero, el cuartel no estaba construido. No era más que un terreno lleno de tierra con una puerta de rejas. Así que el entrenamiento de estos jóvenes muchachos, se realizó en la Compañía de Bomberos "Lima 4" del distrito de Lince. Conforme fueron pasando los meses, llegó el mes de agosto de 1998. Y con agosto, llegó el día 29. Fecha conmemorativa y sobre todo importantísima: la compañía de bomberos "Santiago Apóstol" Nª 134, del distrito de Santiago de Surco, acaba de ser fundada. Una ceremonia solemne y conmemorativa se llevó a cabo para inmortalizar tan importante evento. El jefe fundador, Brigadier CBP Vito Monopoli, fue uno de los primeros en pasar por el corte de pelo de honor, siguiendo tras de él, a todo el grupo de jóvenes entusiastas. Con nuevo look y ya en casa, contando con una rescate pequeña y más adelante con una unidad ambulancia que el municipio gestionó para implementar la operatividad del cuartel, empieza la historia de la operatividad de la 134.

Estar en el cuartel, en esas épocas, no era propiamente cómodo. Pero estábamos en casa. El cuartel estaba en construcción, no había piso y todo, pero todo, cocina, oficinas, comedor, sala de reunión, guardia nocturna, y todos los ambientes necesarios, eran simplemente un cuartito al fondo del terreno. Y por supuesto, no olvidar a nuestro fiel compañero, el baño portátil o DISAL.Conforme transcurrieron las semanas, y poco a poco, las vigas empezaron a tomar forma. Las columnas se iban formando. Ladrillos y sacos de cemento iban amontonándose. Batallones de obreros desfilaban a paso marcial, para darle forma a lo que años mas tarde, sería uno de los cuarteles mas modernos del Perú. Todo esto se consiguió con el apoyo de ciudadanos ilustres del distrito y de miembros del CBP, quienes formaron el Comité Pro Construcción del Cuartel.

Pasamos de tener 4 paredes a un poco mas. Pero igual, éramos concientes que tener nuestro cuartel levantado, demoraría. No fue obstáculo alguno para continuar con nuestra labor de servicio. Cada cierto tiempo, se hacian nuevas convocatorias para aquellos jóvenes que desearan servir a la comunidad. Y fuimos creciendo en número. Junto con eso, nos fueron asignando unidades: una ambulancia, una máquina de agua, cambiamos de rescate y contábamos con una unidad aérea: la Escala 134.

Conforme el tiempo transcurría, las promociones iban saliendo. Ya teníamos bomberos natos de la 134, formados por y en Surco. No podemos pasar por alto el trabajo que el entonces técnico Andrew Mathhews, segundo jefe de compañía, junto con el entonces seccionario Jordano Calle (ambos de la Lima 4) realizaron: enseñarnos y entrenarnos para la calle.

El cuartel ya iba tomando forma: ya teniamos cocina, guardia y oficinas. Nosotros también voleábamos ladrillos junto con los obreros, cargábamos sacos de arena, tarrajeábamos las paredes de nuestro cuartel. Levantamos vigas y columnas. La 134 era mucho mas que un cuartel en construcción, era un equipo humano, de gente joven, armando un camino para futuras generaciones y sobre todo, profesional en el trabajo. En poco tiempo, nos hicimos de un nombre en la calle. Nos ganamos el respeto de las compañías con las que trabajabamos por la calidad de nuestro profesionalismo al atender emergencias. Y todo esto, gracias al esfuerzo que todos y cada uno de nosotros pusimos.

De las máquinas que tuvimos desde un principio, solo nos queda nuestra amada máquina de agua, la 134-04 o la "ponjita" como solemos llamarla. Las otras unidades nos fueron cambiadas para poder atender las emergencias que se nos presentaban dia a dia. En la actualidad contamos con la Rescate 134, la 134-04, la médica 134 (unidad americana, del año 2004), el Snorkel 134, unidad aérea con brazo articulado, y la auxiliar 134, carro para traslado de personal y trámites administrativos.Nuestro cuartel ya se encuentra levantado y contamos con todas las comodidades necesarias. Es nuestra segunda casa. Y como tal, todos los que conformamos la 134, somos una familia. Una familia unida y profesional, dispuesta a atender y ayudar a otras familias que lo requieran.

Porque somos los que somos, somos los que estamos, siempre los mismos, para todos suficientes. Porque somos el orden, donde reina el caos. Porque somos la solución donde habita el problema. Porque caminamos donde el diablo baila. Porque somos el consuelo donde se presenta el llanto. Porque no se sabe si estamos locos o si estamos cuerdos. Porque muchas veces somos incomprendidos y hasta humillados por hacer lo que hacemos. Porque somos incomprendidos por muchos, pero necesitados por todos. Pero no es impedimento para seguir haciendo lo que hacemos y sobre todo, seguir siendo quienes somos: somos los bomberos voluntarios, bomberos de Surco.

Somos los que decimos presente cuando nos llaman, somos los que acudiremos en ayuda de quien nos necesite, somos quienes arriesgamos la vida y sacrificamos nuestro tiempo para que usted y los suyos, estén seguros. 24 horas al día, los 7 días de la semana, los 365 días del año, estamos al servicio de quien nos necesite.

Amparados siempre, bajo la mano bendita del altísimo, recuerde estimado lector, que cuando las sirenas irrumpen en el silencio de la noche o se confunden en el bullicio del día, estamos yendo a salvar una vida en peligro. No reniegue si hacemos mucha bulla, más bien discúlpenos, pero es necesario para llegar veloz a nuestro destino.Le expreso mi agradecimiento por leer estas líneas, en las cuales me presento a nombre de mis compañeros. Sería un honor para nosotros, contar con su presencia algún día en nuestro cuartel y estrecharnos las manos en un fraterno saludo, para así, conocer a aquella o aquellas personas, quienes delante de estas líneas, han cogido interés por nosotros.

Adelante, Caballeros del Fuego.

martes, 26 de febrero de 2008

La sirena varada

Ese lunes casi no voy. Estaba recargado de trabajo, eran casi las 9 y 30 de la noche y mi celular no paraba de sonar. “ya pes oe, vente, aunque sea un toque ¡es mi cumple! ¡NO ME PUEDES FALLAR!........................ Pucha men veré que hago porque estoy a full, asi que fijo tengo amanecida por la chamba.”

Conforme los minutos pasaban, el stress aumentaba, el celular sonaba y la insistencia perduraba, decidí darme un saltito para saludar a mi bro. “¿Aló mami? Hola, mira ya no paso por la casa, tengo amanecida ahora para terminar una chamba. Si, no te preocupes, me voy a la casa de mi bro para saludarlo y ahí aprovecho y como algo. Yo también mami. Besote”.

Ok, estaba con una pinta de limosnero brutal. Tenía la misma ropa de todo el día, sudado, medio plumífero y fermentado. La solución: la técnica milenaria del trapito húmedo. Me encerré en el baño, felizmente tenía un polito limpio de repuesto en la mochila, una lavadita de sobaco y carabina, el infaltable kolynos para las muelas y el turrón, una mojadita de pelo, el gel (aún tenía algo de pelo en esas fechas), una peinada, desodorante y por supuesto: la colonia en sitios estratégicos. Con toda la parafernalia lista y con pinta de haberme bañado hacía 2 minutos, me dirigí donde mi amigo, prometiendo regresar a la oficina a culminar mi calvario, dentro de media hora, máximo una.

Cuando llegué no esperaba que al final, el sorprendido iba a ser yo. “¿Señor que tal cómo está? Señora que gusto de verla. Buenas noches, gusto en conocerla.” Y en eso, estoy convencido que entré en trance. El tiempo se detuvo. Ya sé que si llegas a leer esto me dirás que nada que ver, que ese día estabas fea, que como se me ocurre decir esas cosas. No me creas si quieres: me impactaste.

El tiempo jugó en contra mío y tuyo también. No te quedaste mucho rato porque llegué tarde. Mejor dicho, te fuiste rápido si el cronómetro se iniciara desde que llegué. Conversamos un buen rato, empezamos a conocernos. Y pensar que ese día casi no voy. De ahí llegó el momento de decirte chau. Chau. Te fuiste y no se que cara habré puesto o que expresión me habrás dejado, que en la casa solo se reían y me preguntaban “¿qué tal?”. “-¿Qué tal? ¿Cómo que qué tal? Pucha, te pasas, porque no me contaste de su existencia?-” Me quedé un rato mas tratando de aspirar hasta la ultima gota que habías dejado en el aire de tu perfume. Procedí a retornar a mi centro de labores y a esclavizarme toda la noche. Pero con un excelente recuerdo.

Espero que no te molestes conmigo. La verdad no recuerdo como fue, pero quedamos para salir ese fin de semana. Solo recuerdo haber conversado por Messenger y creo que te pedí tu número. Los dedos los tenía casi deformados por tenerlos cruzados todo el día para que no pasara nada y poder salir contigo. ¿Recuerdas lo que pasó antes que llegara a recogerte? Jajaja, yo si. Te llamé, nos quedamos hablando un buen rato de muchas cosas y de nada a la vez, al final te dije que estaba en camino y nunca te pedí la dirección de tu casa. Lo importante es que llegué luego de llamarte de nuevo y que esta vez, si me diste la dirección y referencia para llegar.

No te puedo mentir. Estaba nervioso. No se por que, pero lo estaba. Para variar tu con tus comentarios de que estabas fea, pero insisto: no lo estabas y tampoco lo eres. Y no solo lo digo yo. Llegamos a Miraflores, nos dimos un salto para ver a mi hermano en su chamba. Fue gracioso, se saludaron como si se conocieran de toda la vida, y es que tienes un ángel muy particular que es imposible no quererte.

Entramos al karaoke y te presenté con los muchachos. No te fue difícil integrarte, a pesar de algunos roches que pasaron por ahí con alguien. Pero no importa, felizmente se solucionaron, nos fuimos al box y nos soltamos todos. Cantas genial, espectacular, es un canto que hipnotiza. Es el canto de una sirena. Yo estaba feliz, hipnotizado, embobado. Caray, no se como describir lo que sentía, el cortocircuito que empezabas a generarle a mis neuronas, la falta de sinapsis que ocurría entre ellas. Y para rematarla, me olvidé mi cámara. No sabes como tenía hinchada a la gente al día siguiente pidiéndoles las fotos que habían tomado. Cuando andaba de regreso a mi casa, fue el día que descubriste que la página web de nextel, tenía mensajería de texto por internet. Tu también descansa y duerme rico.

A los pocos días pasó lo que tuvo que pasar. Es verdad estaba triste y gracias a todos los que nos y me acompañaron. Incluyéndote a ti, porque también fuiste y me levantaste muchísimo el ánimo. Pero recordemos las partes bonitas de esto.

Espero que te haya gustado el regalo por tu cumple. Créeme que el verte reir es algo que me recarga las baterías. Y al parecer lo conseguí, que bueno la verdad. El karaoke que se armó por tu cumple estuvo chévere y la comida, buenísima. Tu brincando por toda la casa, entre bailando y cantando. Que buena voz tienes en serio, que bien cantas. ¡Arrúllame cantándome por favor!

Llegó el fin de semana en que me dijiste que te acompañara al matrimonio. Sé que es repetitivo esto, pero Dios, estabas hermosa. No te pares junto a la novia por favor que la opacas. No te acerques, que el fotógrafo se va a distraer y vas a ser tú la que salga y no la novia. Preciosa tu primita, y tus tíos, ni que decir, son sencillamente lo máximo. Me cayeron súper heavy. Ver caer tu pelo sobre tus hombros desnudos, quería enredar mi mano ahí. Y dale tú con lo mismo, ¿cuando te vas a creer que eres preciosa?

Terminé trapo esa noche. Rompimos nuestro propio récord de baile: cerca de 3 horas ininterrumpidas de full bailongo. Creo que bajé de peso de todo lo que sudé, pero no me puedes negar que somos una excelente pareja de baile. Y tu con tus alitas de globo hecha un hada. Y lo mejor fue el soborno que le hicimos al men de la música: ponme “para darte mi vida” de Elvis Crespo con esta chica que no recuerdo su nombre y te pongo una jarra de chela. Pero me la pones ahorita. ¡Y el men se ganó su jarra! ¿De dónde hemos sacado esa química para bailar tan bien dime tú? Yo tampoco lo sé, pero mejor no perdamos el tiempo tratando de descubrirlo y disfrutémosla.

Llegó el 5 de Diciembre y la ceremonia era en la noche. La verdad que me dabas risa, porque a todos les decías “No es marino, tampoco es FAP”. Bueno que le hacemos pues, los uniformes se parecen mucho. Me sentía el super macho man al llegar a la ceremonia contigo del brazo. En serio que volteaste miradas. El chal y el polo que te pusiste te quedaban geniales. Y el sobretodo, ufffff. Insisto en que tienes unos hombros preciosos, me encantas cuando te vistes mostrándolos. Te laceaste el pelo. Que bien hueles. Y no puedo dejar de mencionar la acuarela que me regalaste, es mas la tengo en mi cuarto, en un marquito en mi mesa de noche. Eran 3 sirenas y al medio la sirena de fuego. Porque tu también eres sirena, o en tu vida pasada lo fuiste. Y lo mejor fue cuando empezamos a tomarnos fotos. La que mas me gusta es la que sales con el casco, posando. Prefiero no mirarla mucho, porque siento que me puedo infartar. ¡Sales preciosa! Después nos fuimos a comer unos heladitos a Chacarilla y nos quedamos loreando y loreando, hasta que nos botaron del local. De ahí a casita, porque ya era tarde y al día siguiente los dos teníamos que trabajar.

En serio que ricos fideitos me preparaste. Tu pones la comidita, yo el postre. Y el pye de limón no me vas a negar que fue un manjar. No se como pudimos bailar esa noche con tremenda empachada de comida. Y al regresar, nos quedamos hablando sentados en la puerta de tu casa hasta tarde. Creo que más tiempo la pasamos sentados en tus escaleras que en la discoteca. No importa, así sea en un micro, si estoy contigo, el tiempo es perfecto. Y ese fin en tu casa, junto con el Dani y Andrea hablando de mil y un cosas, del cine, la música, caray, eso es una buena conversación. Ya me voy, cuídate mucho, no seas ingrata pues. Recuerda que te quiero mucho. Tú también duerme rico.

Creo que pequé de hablar mucho de mí, es verdad. Cuéntame más de ti.

Mira, te traje un pequeño presente. Los vi y no sé, pues me pareció que se verían bien en ti. ¿En serio te gustan? Que bueno y se te ve muy bien con ellos. Claro, póntelos para salir ahora.

Mañana es difícil que te pueda venir a ver. Por eso te traje tus regalitos de Navidad. Que pena la verdad lo que me cuentas, pero espero que esto te anime. Iba a hacerte una sorpresa, tipo una búsqueda del tesoro, pero mejor te lo entrego. No me pareció buen momento, pero déjame explicarte lo que tenía pensado hacerte. Y ojo, que los aretes no venían solos, vienen con esto. Noooo, para nada oye. Con mucho cariño, en serio. Bueno, ya es hora de irme. Pásala bonito, te adoro no sabes cuanto, en serio.

No entraré a detallar lo que pasó después. Nos dejamos de ver un buen tiempo. Pero créanme que la extrañé muchísimo. En especial en Año Nuevo. Sus locuras, su risa, su voz, su olor. Sus brincos, su baile. Sus palabras, conversar con ella. Como ella se define, me defino, estúpidamente romántico. Seguí escribiendo mas, usándola a ella como inspiración. Si se mantienen pendientes de este blog, podrán leer muchas cosas que escribí gracias a la existencia de ella. Pasado casi mes y medio nos encontramos en el Messenger. Se había cortado el pelo y le queda muy bien. Tienen que verla, es que tiene un cuello que te convierte en vampiro, una gracia única y esos hombros…. ¡ESOS HOMBROS! Muéstralos que no comprendes lo bien que se te ve. La llamé un jueves para vernos después de tiempo y accedió.

¡Por fin después de tanto tiempo! (Sigues hermosa como siempre, aunque el extrañarte como te extraño, creo que te ha puesto mas bella) ¿Yo? Pues bien, he estado bien, con harta chamba (mal, porque no se como decirte que te extrañé demasiado). ¿Anda en serio? ¡Que mostro! (me hiciste mucha falta) ¿En serio no quieres nada? (¿Por qué no puedo detener el tiempo?) Claro normal, vamos para tu casa de paso que saludo a tu mamama que hace tiempo no la veo (en serio me cae rechévere la señora. No me interesa a donde, así sea al infierno ida y vuelta, siempre y cuando sea contigo).

Pasadas un par de semanas, pasó lo siguiente:
Si no puede no puede pues compadre que le hacemos. Vamos no mas, no insistas. Ya bueno, insístele (si por favor insístele, hazle que atraque. Me había contado que se había comprado un vestido para la fiesta). ¿Ya? ¿En serio? Genial, vamos a recogerla.

¡Holaaaaa! ¿Qué pasó? Bueno bueno, basta de stress, ya estamos acá y este fin de semana afuera los problemas y vamos a divertirnos ¿ok? Uuuuuuh, ¿es ese el vestido? No se te ve bien, se te ve espectacular. Estas hermosa, en serio (preciosa, hermosa, divina, por favor, préstenme un babero, ciérrenme la boca). Camino al punto contrario donde apunta siempre la brújula, nos matamos todos de la risa. El carro estaba con la gente: Harry, Pacolín, el Chino, la srta del Chino, ella y yo. Como se dice y disculpando la vulgaridad, cagándonos de risa todo el camino.

Llegamos a la mansión playera. La gente ya había llegado. Subimos para instalarnos. Armamos la carpa, y ella se hechó porque estaba cansada. Duerme no más, descansa. Cuando empiece el tono te pasamos la voz (dime a quien mato, con tal de ser yo quien vele tu sueño). Pasado un tiempo, entre que nos empilábamos, se despertó y bajó. No miento si digo que el tiempo se detuvo. Ese vestido estaba hecho para ella, combinaba perfecto con su cuerpo, con su rostro, con su color de piel. Era una reina. Este fin de semana eres la reina (mentira, no solo este fin, por mi lo serás siempre). Bailar con ella, es maravilloso, no sólo por lo bien que bailamos juntos, sino porque el espacio y tiempo se detienen y somos nosotros los actores de un teatro alrededor nuestro que se paraliza. Cállate y no me contradigas, convéncete que tu creación fue divina.

Cuando se fue a dormir, estaba contenta. El stress de un día y semana sumamente pesados para ella, se había ido. La acompañé y me eché con ella en la carpa, con la cabeza hacia fuera viendo las pocas estrellas que nuestro limeñísimo cielo nos dejaba ver. Voy bajando para que descanses (mentira de nuevo, me quiero quedar toda la noche viéndote dormir). Está bien, me quedo un ratito más. Obviamente que yo también la pasé genial. También te quiero y muchísimo (no sabes cuanto en realidad). Después de unos minutos se quedó dormida. Le dí un besito en su mejilla, deseándole buenas noches. Fiel a mi estúpido estilo de tartamudear y ponerme nervioso, no me sentía muy bien que digamos (ya carambas, no seas rosquete. Relájate).

El día siguiente para mí fue una pesadilla. Puesto que un borracho me jodió la noche, no dormí nada. Me acosté tardísimo y me levanté a las pocas horas de haberme acostado. Estaba malgeniado, con cara de poto. Me senté a conversar con ella para relajarme. El tenerte cerca me hace olvidar las cosas. Engríeme por favor que estoy molesto y con sueño. Y encima tengo que manejar.

Nos fuimos en grupo a la playa y definirlo como divertido es poco. Tiene un estilo particular para vestirse, que ponga lo que se ponga le queda bien. Sé que ese fin fue fregado para ti por los problemas que tuviste y posiblemente estabas medio callada, sumado a mi estúpido nerviosismo de quinceañero. Pero que te puedo decir, cuando estoy contigo me siento así, como un niño de dieciséis años que descubre cosas nuevas.

Partimos más al sur a eso de las 2, para ir a visitar a unos familiares y unos amigos. No sé que habrán pensado de mí, porque estaba callado, quedándome dormido, con unas ojeras impresionantes. Que tela debí parecerles.

El sol se escondía. Fue la mejor puesta de sol que jamás he visto, porque estabas conmigo para verla. De regreso a Lima, se quedó dormida en el asiento de atrás. Como quería dejarle el volante a mi copiloto y zambullirme en sus brazos, pero malafortunado yo, aun no tiene brevete.

Al despertase, estaba con las pilas cargadas. Pusimos música, me vacilaba, cantábamos, me abrazaba. (Tranquilo, no te pongas de nuevo nervioso. No es que me ponga nervioso, es que me gusta sentirla, oirla. Un momento ¿eso que tengo a mi costado es su pie? Jajaja, está loca, ven para aca pa mordelo).

El irte a dejar es como el inicio del invierno para mí. Creo que nunca te lo he dicho, pero en serio admiro la dedicación que le das a las cosas que te gustan hacer. Probablemente entre tus responsabilidades y las mías, el tiempo que tenemos para vernos no sea muy extenso, pero siempre te tengo presente, mas de lo que tú crees.

Si alguno de ustedes sabe de quien estoy escribiendo, pásenle la voz que hay alguien que está hablando de ella por internet. Y si tú llegas a leer esto que escribo de ti, mi querida sirena, mi adorada sirena varada, espero que sepas entender por qué a veces me comporto como lo hago y que no te olvides que los jueves, son las noches de jazz y que las Islas Palomino, aún nos esperan.